lunes, 21 de febrero de 2011

21/02/2011

Llevo tiempo dándole vueltas a unas ideas que me apetece expresar hoy aquí ante todos mis hermanos seres humanos, con acceso a internet.
Advierto de antemano que no es nada original, nada que no haya sido manifestado de diversas maneras y desde hace siglos, por numerosos individuos.

Veréis, he llegado a la conclusión de que el ser humano vive instintivamente a caballo entre dos mundos. Por un lado estamos en el mundo material, finito, objetivo, común y accesible mediante los sentidos, en el que tenemos que sobrevivir y relacionarnos físicamente. Pero por otro lado también estamos en el mundo espiritual, de lo metafísico, lo eterno, lo ideal, lo abstracto, lo impalpable, accesible a través de la conciencia, y muchas veces inconscientemente manifestado.

Vale. ¿Y esto a qué viene? Se preguntarán algunos... Pues es que he observado que en muchas sociedades del mundo se está marginando al mundo intelectual, que se le da prioridad ya no sólo a las necesidades materiales y económicas, si no también a las comodidades, a todo lo que pueda ser consumido o utilizado para conseguir nuevas comodidades materiales y físicas.

Yo me pregunto "¿Qué pasa con los viejos valores de justicia, libertad e igualdad por el que tantas personas han trabajado en su vida?". Le hemos dado la espalda al ser pensante y eterno que todos llevamos dentro, para centrarnos en nuestro ser físico y mortal. Sin darnos cuenta de que ambos son igual de importantes y dignos de cuidar.

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